Me comenta mi amada amiga Lorena, feliz nueva residente de Nerpio, ¡saludos para Nerpio y su gente desde el salón de mi domicilio gaditano!, que aunque use los mismos ingredientes que su madre, la comida no le sabe igual. Qué gran verdad esta.
Paseando por blogs de cocina y viendo unas fotos que dan ganas de pegarle un bocado al monitor, recopilo recetas de platos fabulosos pero siempre me queda la duda de si me quedará tan bueno como a su autor o si lo mismo queda diferente pero sabe bien. Ni modo de saberlo. Pero no importa. Cada uno hace las recetas suyas porque en el saber-hacer de cada uno está el secreto. Sin lugar a dudas patatas, sal, aceite y huevo son los ingredientes de la tortilla pero la que hace mi madre no tiene competencia, al igual que la de mi suegra que tiene un premio a la mejor tortilla de patatas del barrio. ¿Dónde está la diferencia, cuál es el truco? Por supuesto el truco está en lo que no vemos, en lo no escrito.
En clase de Económicas nos explicaban el Know-How o "Saber-Como" con una especie de parábola, no se si real o no, en la en un hotel de lujo en Tokio intentaron cuidar hasta el más mínimo de detalle y por ello llamaron al mejor panadero conocido para que les explicara cómo hacer el mejor pan para sus clientes a lo que el panadero respondió amablemente: pan, agua, levadura y sal en tales proporciones, amasando, dejando reposar y al horno a tal temperatura y tantos minutos. Cuando el cocinero del hotel sacó del horno la primera barra de pan aquello no sabía a aquel exquisito pan que esperaban. ¿Cómo puede ser posible? ¡Hemos seguido las instrucciones al pie de la letra! dijeron. Semanas más tarde el cocinero del hotel acudió a ver al panadero trabajar en la panadería y se dio cuenta de que el truco estaba en una serie de vueltas que le daba al amasarlo y que hacían que la masa se oxigenase mejor. El panadero hacía esos movimientos de toda la vida y ni siquiera se le ocurrió comentarlos porque era parte de su rutina, pero eso era lo que hacía que su pan supiese de manera diferente.
Después de esto uno se analiza y piensa en todas esas pequeñas cosas que hacemos cocinando y que le dan un toque especial e inigualable. Incluso si solo hacemos un plato en contadas ocasiones no sabrá igual una vez que otra aunque sean los mismos ingredientes. Sin contar claro con que no es lo mismo una exquisita patata gallega que una exquisita patata de Sanlúcar (Cádiz) por lo que es cuasi imposible que sepa a lo mismo una que otra aunque las dos estén para desmayarse.
A veces se produce la magia, como es mi caso con las lentejas de mi abuela, la receta y el know-how han pasado de sus manos a las mías sin pasar por las de mi madre, algo insólito! yo creo que se transmitió la receta de chiquitita, de tanto comerlas la memoria de mi paladar sabe perfectamente cómo deben saber unas buenas lentejas y me salen calcaitas.
Me despido con un saludo a todas las madres y abuelas, sé que siempre habrá hij@s y niet@s que las consideren sus guisos como los mejores del mundo mundial!.
3 ideas:
ole mi abuela =)
ke guayy""!!!
Menos mal que he tenido un niño, por lo menos alguien dirá que como las lentejas de su madre, nada!!!
Y esa seré yo, jajajaj!!!
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